Una de las metodologías educativas que logra desarrollar la práctica mientras se aprende la teoría es la de “aprender haciendo”. A hacer un pan se aprende amasando, a construir una pared se aprende levantándola, y a ahorrar se aprende ahorrando. Y como el dinero es un medio que utilizamos para muchos fines, nuestros hijos no son ajenos a ese intercambio, lo incorporan y naturalizan saludablemente en la medida que sean bien guiados por los adultos.

Lo importante es que aprendan a manejar el dinero usándolo de forma sana y formativa. Podemos encaminarlos y sugerirles que cada vez que reciban una suma de dinero porque se los dejó el Ratón Pérez o fue el regalo de cumpleaños de los abuelos, aparten la mitad para guardar y la otra mitad para gastar. Y que tomen nota de la suma que guardaron, la fecha y también el gasto que realizaron. Así, nuestros hijos estarán incorporando el hábito del ahorro y aprendiendo los puntos básicos de un presupuesto con sus propias vivencias. En suma, están aprendiendo haciendo.